Los fisioterapeutas de Fisioterapia Hispanidad somos expertos en el movimiento humano en Fuengirola.
Utilizamos distintos criterios de evaluación y diagnóstico de diferentes desórdenes del sistema neuro-músculo-esqueléticos para ayudar a nuestros pacientes a recuperar un movimiento normal, corregir aquellos movimientos considerados patológicos y prevenir futuras recaídas o lesiones.
Todo ello se consigue elaborando un plan de tratamiento óptimo cuyo objetivo principal es devolver al cuerpo humano su funcionalidad.
En las etapas iniciales de una lesión, las actuaciones fisioterapéuticas están dirigidas al alivio de los efectos negativos de la misma:
- Asegurar que el cuadro clínico no empeore.
- Mejorar el dolor y los efectos del proceso inflamatorio.
- Dar consejos al paciente sobre qué debe y qué no debe hacer en su estado.
- Cuáles son los objetivos para los próximos días y cómo empezar a recuperar la movilidad normal de forma segura y gradual.
En las siguientes sesiones, cuando la sintomatología del paciente haya mejorado, focalizamos nuestra atención más en la función, que en la lesión en sí. Aquí es cuando evaluamos los distintos patrones de movimientos, la cantidad y la calidad de los mismos y elaboramos un plan de actuación para normalizarlos.
Para ello empleamos las distintos técnicas de tratamiento manual (manipulaciones, movilizaciones, masaje, etc.), con agente externos (electricidad, calor, agujas, vendajes, etc.) y ejercicios correctivos y terapéuticos. Éstos últimos son la pieza clave en la recuperación de una función alterada.
Además, sabemos que en el tratamiento del dolor (el principal motivo de consulta en fisioterapia) no debemos centrar la atención solo en los aspectos puramente patológicos (lesión de un ligamento, rotura fibrilar, degeneración del cartílago articular, etc.).
También hay que tener en cuenta los aspectos psicológicos del propio paciente (sus expectativas, miedos, percepción sobre la lesión actual y sobre las lesiones pasadas, etc.) y los de su entorno social (situación laboral, situación familiar y relación con su entorno, etc.). Es lo que llamamos un enfoque bio-psico-social, donde en el tratamiento tenemos en cuenta todos los aspectos que tienen más o menos influencia en la recuperación final.
Porque no hay que olvidar que tratamos a personas y no lesiones.
Para este fin una de las herramientas con la que contamos es la educación del paciente. Nelson Mandela dijo que, la educación es el arma más poderosa para cambiar el mundo, y por extensión, también a cada uno de nosotros.
Una de las partes de estas acciones educativas es sobre la importancia del ejercicios y de la recuperación de una movilidad óptima, ajustándose a las características individuales de cada paciente.
La observación de patrones de movimientos nos permite evaluar el control neuromuscular dinámico del individuo, la interacción existente entre distintos segmentos corporales y de las articulaciones y el papel que juegan distintos tejidos corporales como músculos, ligamentos, huesos, sistema nervioso, etc, en la producción eficiente de estos movimientos.
Existen varios métodos de evaluación funcional y de la calidad del movimiento en fisioterapia, como el método McKenzie, o el método de Shirley Sahrmann, o los cribados desarrollados Gray Cook.
El problema que tenemos es determinar cuál es el movimiento óptimo o normal, ya que no disponemos de una herramienta 100% fiable para objetivarlo. La variabilidad y la complejidad del movimientos humano hace imposible “estandarizar” un criterio de evaluación único. Sírvase de ejemplo, que no es lo mismo la forma en la que se mueve un jugador de baloncesto, que un golfista.
A parte de la evidente variabilidad anatómica observable a simple vista (por ejemplo la altura), los gestos realizados en cada una de estas disciplinas deportivas hace que se desarrollen más ciertas habilidad físicas en detrimento de otras.
Por tanto la evaluación siempre tiene que ser individualizada y ajustada a la actividad desarrollada (funcionalidad) de cada individuo.
Además, es bien sabido que el dolor altera e influye en la forma en la que nos movemos (control motor). Por ejemplo, en pacientes con dolor lumbar se ha observado una inhibición (desactivación) de la musculatura erectora.
Aún no sabemos con exactitud si esta inhibición se produce como consecuencia del dolor lumbar, o más bien, la propia inhibición es la causa del dolor lumbar. El dilema del huevo y la gallina, que dificulta la toma de decisiones en el tratamiento fisioterapéutico.
Sin embargo, podemos utilizar los patrones de movimiento y movimientos funcionales fundamentales como una línea de base de nuestras intervenciones.
Utilizamos diferentes técnicas y métodos de valoración del movimiento funcional que nos permiten observar el movimiento globalmente y detectar las alteraciones de los patrones de movimiento en distintas tareas motoras.
Todo esto teniendo en cuenta las características individuales del paciente y los requerimientos físicos y de movimientos de su día a día.
Así por ejemplo evaluamos de forma diferenciada e individualizada la forma en la que mueve los brazos una persona que trabaja reponiendo en un supermercado o una ama de casa.
Los objetivos y las forma de abordar las asimetrías, las alteraciones de movilidad, de estabilidad o de control motor detectadas van a ser muy diferentes en estos dos caso.
Utilizamos el movimiento tanto como herramienta de valoración y diagnóstico, como de tratamiento para fomentar en el paciente la autosuficiencia e independencia de intervenciones pasivas.
Ninguna intervención es más eficiente que la integración de los cambios requeridos en el día a día del paciente. Es decir, aquella que fomenta cambios en los hábitos del individuo, tanto dejando de lado los poco saludables, como incorporando los nuevos.
Una de las mejores maneras de conseguir estos cambios es a través del ejercicio e incorporación de los mismo en el día a día del individuo. Una intervención fisioterapéutica activa bien diseñada dará un estímulo al cuerpo para la adecuada cicatrización de los tejidos lesionados, recuperación del rango de movimiento adecuado, control neuromuscular, la fuerza, la potencia, la resistencia y el eficiente funcionamiento del los sistemas metabólicos y aeróbicos.
El objetivos final de cada intervención es traducirla en la función,aunque el motivo inicial de la consulta sea el dolor. Esto se consigue identificando alteraciones del movimiento y focalizando nuestra atención en su mejora. Una de las herramientas más efectivas y accesible que tenemos para tal fin es el ejercicio.
Por ejemplo, en un corredor con un esguince de tobillo, aunque el motivo de la consulta sea su dolor agudo, el objetivo principal es volver cuanto antes a su actividad deportiva habitual, es decir, recuperar la funcionalidad.
La intervención basada en el entrenamiento funcional tiene dos objetivos principales:
- el primero es valorar y evaluar el movimiento funcional del individuo, aquel que él o ella realiza de forma habitual en su día a día, sea tanto por requerimientos laborales, deportivas o de tareas domésticas.
- Y el segundo es diseñar estrategias y planes de tratamiento con ejercicios correctivos o terapéuticos basándose en las evaluaciones funcionales.
En conclusión, el entrenamiento funcional en Fisioterapia Hispanidad, nos ayuda a recuperar un movimiento normal o natural en un individuo. Ya que no hay nada más natural en los seres humanos que el movimiento.